Los seres humanos somos criaturas de hábitos, todos los días estamos acostumbrados a hacer las mismas cosas en los mismos lugares, por las mismas razones. Por lo general, no nos detenemos a pensar en lo que estamos haciendo.
Por ejemplo, desayunar, tomar un café por la mañana, desplazarse por las redes sociales, cepillarse los dientes o comer un chocolate después de una comida: estas son acciones que estamos acostumbrados a hacer a diario sin preguntarnos por qué, simplemente las hacemos. Estos son nuestros hábitos; algunos son buenos para nosotros, y algunos pueden conducirnos a graves riesgos de salud.
Cuando se trata de comida, todos tenemos algunos malos hábitos que nos gustaría cambiar. Podemos comer afuera con frecuencia, comer tarde por la noche o comer muchas golosinas, como lo vimos en el artículo pasado. Lo curioso de los hábitos, es que a menudo se desencadenan por un deseo invisible que nos lleva a encontrar una manera de satisfacer ese deseo, ya sea de una manera buena o mala.
A través de la repetición de estas acciones, comienza a formarse una vía neuronal dentro del cerebro que luego gobernará ese nuevo patrón de comportamiento. Es por eso que una vez que se forma un hábito, generalmente no es muy fácil de romper, y debe ser reemplazado por otro. Esto incluye nuestros hábitos alimenticios.
Nuestra Historia con la Comida Chatarra
Según las investigaciones, se cree que los alimentos ricos en energía (como los que tienen alto contenido de grasa y azúcar) eran atractivos para los humanos primitivos y debían aprovecharse si estaban disponibles. Como resultado, estos alimentos se volvieron más deseables para sobrevivir.
El problema es que las investigaciones recientes indican que la ingesta continua de alimentos con alto contenido de grasa TRANS o azúcar, anula la capacidad de nuestro cuerpo para decirnos cuándo estamos llenos. Entonces, mientras más alimentos no saludables consumamos, más lo deseamos.
Como si aún no fuera lo suficientemente difícil como para dejar de comer alimentos con alto contenido de grasa y azúcar, ciertos alimentos “crujientes”, como las papas fritas o el pollo frito, son aún más atractivos para nosotros, según los estudios. Esto es debido a nuestros antepasados, ya que para ellos comer algo crujiente, era un signo de frescura y significaba que era seguro comerlo.
¿Por qué las Dietas Convencionales Siempre Fallan?
La dietas convencionales siempre fallan. ¿Por qué? Porque estás tratando de romper años de tus propios hábitos alimenticio de una sola vez, y sobre todo de la manera incorrecta. El problema con la mayoría de las dietas es que implican una gran privación.
Además de hacernos sentir hambre de forma abrumadora, muchas dietas para perder peso nos dejan sintiéndonos privados psicológica y emocionalmente, como si todo el placer desapareciera de nuestras vidas. ¡Eso es mucho para renunciar!
El hambre es el problema más importante con las dietas para bajar de peso. Si reunimos suficiente fuerza de voluntad, podemos tolerar el hambre durante unos días, pero pronto aparentemente superará nuestras vidas. Debido a que tenemos hambre física, la comida se convertirá en una pasión que todo lo consume.
Tendremos dificultades para concentrarnos en casi cualquier otra cosa porque estaremos pensando continuamente en cuánto tiempo pasará hasta la próxima comida y qué se nos permite o no comer.
Tips para Romper los Malos Hábitos Alimenticios
A pesar de nuestros genes, y de que la mayoría de las dietas convencionales no funcionan, no significa, que no podamos salir de los malos hábitos alimenticios. ¡NO te deprimas! existen dietas que no te matan de hambre y te permiten comer comida sabrosa y saludable como: la dieta cetogénica.
Además, con respectos a los malos hábitos, así como que se crean, también pueden romperse. Solo es necesario poner un poco de compromiso y seguir, estos 5 tips:
#1- Toma Pequeños Pasos
Por lo general, los hábitos tardan mucho en formarse, por lo que no debes tratar de cambiarlos todos a la vez ni esperar resultados inmediatos. En vez de eso, escribe lo que quieres lograr, siendo lo más específico posible. Por ejemplo: “Quiero comer menos comida chatarra en la semana”. Cuando hagas esto, asegúrate de registrar tu progreso a lo largo del tiempo.
También, puedes agregar una cosa a su dieta que puedas disfrutar, como comer fresas a media mañana. Asesorate con un nutricionista, para que te ayude a tomar los pequeños pasos a una vida saludable y con una dieta que no te mate de hambre.
#2- Cambia el Tamaño de tus Platos
Cuando usas un plato más grande, tu mente ve áreas más grandes, por lo que pones más comida para llenar los espacios vacíos. Usando platos más pequeños, por otro lado, engañas a tu cerebro, diciéndole que ya ha puesto mucha comida, ya que ha llenado todos los espacios. Este método es muy efectivo si desea cortar la cantidad de alimentos que consume.
En un estudio, los campistas que recibieron tazones más grandes se sirvieron y consumieron un 16 por ciento más de cereal que los que recibieron tazones más pequeños. Además, son más propensos a comer en exceso o desperdiciar el exceso de alimentos
#3- Mantén tu Cocina Limpia
Por irónico que parezca una cocina sucia, puede hacernos comer mucho más de lo normal. Un estudio publicado en la revista Environment and Behavior así lo demuestra. Los investigadores dieron refrigerios a 100 mujeres, la mitad de las cuales estaban en una cocina limpia y la otra mitad en una cocina desordenada, llena de correo, periódicos y platos sucios.
Aquellos en la cocina desordenada consumieron casi el doble de calorías de las galletas que las mujeres en la cocina ordenada. Y un estudio separado, similar realizado en una oficina, encontró que las personas en la sala ordenada estaban más inclinadas a elegir un refrigerio saludable como una manzana.
#4- Diseña un Plan de Comidas
La variedad puede ser la especia de la vida, pero es un interruptor de hábitos. Además, pensar lo que vas a cocinar cada noche, puede ser un dolor de cabeza. Un plan de comidas, es óptimo para ayudarte a obtener el control de tu ingesta general de alimentos.
Según diferentes investigaciones, el 60 por ciento de los adultos comen los mismos platos cada semana, y uno de cada cuatro adultos incluso cocina la misma comida el mismo día. La razón: aproximadamente una de cada cinco personas afirma que si no han planeado nada por adelantado, están más inclinados recurrir a una pizza congelada, papas fritas o comida para llevar.
#5- Práctica la Alimentación Consciente
La alimentación consciente se trata de practicar la atención plena, un tipo de meditación, en relación con los alimentos y la alimentación. Te enseña a desarrollar la conciencia de tus hábitos alimenticios, emociones, hambre, antojos y sensaciones físicas.
La alimentación consciente le enseña a distinguir entre los antojos y el hambre física real. Le ayuda a elegir su respuesta, en lugar de actuar sin pensar o impulsivamente. Comer conscientemente implica estar presente mientras comes, reducir la velocidad y masticar bien. También es importante evitar distracciones, como el televisor o su teléfono inteligente.
Un estudio de 6 semanas en comedores compulsivos descubrió que la alimentación consciente reduce los episodios de atracones de comida de 4 a 1.5 por semana. También redujo la gravedad de cada atracón.
Conclusiones
Lo que comes se refleja en todo lo que haces. Comer bien te ayuda a ser más creativo, productivo y agradable. La parte difícil de comer bien es que no hay un plan que sea perfecto para todos. No hay una receta simple.
Asesórate siempre con un nutricionista metabólico para que te recomiende qué dieta es mejor para ti acorde a tus necesidades. Y recuerda, que no es solo una dieta, es un estilo de vida, que tienes que adoptar, para ser más saludables por dentro y por afuera.