LOS ALIMENTOS Y PRODUCTOS ALIMENTICIOS, ¿TIENEN EL MISMO EFECTO EN NUESTRO ORGANISMO?
El contenido de los alimentos, en mayor o menor medida, tiene impacto sobre el funcionamiento de nuestro cerebro; nos dan placer, nos pueden relajar o estimular o nos pueden activar algún recuerdo agradable o no, entre otros.
Por otro lado, es importante distinguir que el efecto que tiene el contenido de los productos alimenticios puede ser muy diferente y merecen un análisis aparte, pues contienen insumos químicos que nuestros cuerpos y en particular, nuestro sistema nervioso, no necesariamente va a reconocer, trayendo como consecuencia una serie de alteraciones, entre ellas depresión.
EL AZÚCAR EN LOS PRODUCTOS ALIMENTICIOS Y LA DEPRESIÓN
Los productos alimenticios han sido creados en su gran mayoría con una finalidad: dar placer y de ser posible generar un cierto grado de “adicción”, que permita tener clientes cautivos que garanticen un elevado nivel de recompra. Para conseguir ese efecto la industria alimenticia viene usando una serie de insumos, pero hay dos de ellos que son particularmente comunes, el azúcar y el jarabe de maíz. Hace ya varias décadas el azúcar es uno de los principales insumos usados para dar sabor a los productos, además, en la última década ha aumentado la inclusión de jarabe de maíz alto en fructosa en las bebidas como gaseosas o refrescos. Una serie de estudios vinculan una alimentación con alto contenido de azúcar con un mayor riesgo de depresión, luego de consumir el producto con exceso de azúcar o jarabe de maíz alto en fructosa, se produce un estado de sobre excitación del cerebro, que es seguido de una caída del estado de ánimo.
Diversa evidencia apoya esta idea, por ejemplo, en una investigación del año 20021, se correlacionó el consumo per cápita de azúcar con la prevalencia de depresión en seis países, encontrándose “una correlación muy significativa entre el consumo de azúcar y la depresión”.
Otro estudio2 entre sus conclusiones señala que las personas que consumieron más cantidad de productos horneados (con alto contenido de azúcar) tuvieron en promedio 38% de mayor riesgo de depresión, en comparación con las que consumieron menos productos de este tipo.
Una investigación publicada en el 2013 encuentra una alta correlación entre el consumo de alimentos con alto contenido de azúcares (alimentos procesados de alto índice glicémico, bebidas endulzadas y granos refinados) y la depresión, en las mujeres postmenopáusicas. Del mismo modo, existen investigaciones que relacionan el consumo de azúcar con el riesgo de sufrir depresión y esquizofrenia, como es el caso del estudio realizado por Peet M 4, que indica además que los patrones alimenticios de la diabetes y las enfermedades cardiacas son similares a los de la depresión.
COMO MEJORAR
Reemplazar los productos alimenticios por alimentos reales, este cambio reduce la posibilidad de padecer depresión5, lo que puede deberse, entre otros motivos, a la presencia de una menor concentración de azúcar y mejor calidad de la misma, considerando además de que los alimentos contienen una mayor cantidad y variedad de nutrientes necesarios para la salud del sistema nervioso. Es importante también hacer ejercicio regularmente, pasar más tiempo al aire libre, recibir los rayos del sol de manera directa, tener un sueño reparador tanto en calidad como en cantidad de horas.
Finalmente, considerar dos aspectos que muchas veces no se toman en cuenta:
Primero, se ha observado que la salud intestinal, en particular, el equilibrio de microorganismos, podría ser esencial para la salud emocional6.
Segundo, estar alertas de no tener los valores de colesterol demasiado bajos, pues esto estaría vinculado a mayores tasas de suicidio; es importante tener presente que el cerebro y en general el sistema nervioso requieren de colesterol para su buen funcionamiento.
1. Arthur N. Westover M.D. Lauren B. Marangell M.D. A cross‐national relationship between sugar consumption and major depression? First published: 30 October 2002. Depression and Anxiety. https://doi.org/10.1002/da.10054.
2. Almudena Sánchez-Villegas, Estefania Toledo, Jokin de Irala, Miguel Ruiz-Canela. Fast-food and commercial baked goods consumption and the risk of depression. Public Health Nutrition. Volume 15, Issue 3 26 January 2012 , pp. 424-432 https://doi.org/10.1017/S1368980011001856Published online: 11 August 2011
3. James E Gangwisch Lauren Hale Lorena Garcia Dolores Malaspina Mark G Opler Martha E Payne Rebecca C Rossom Dorothy Lane. High glycemic index diet as a risk factor for depression: analyses from the Women’s Health Initiative. The American Journal of Clinical Nutrition, Volume 102, Issue 2, 1 August 2015, Pages 454–463, https://doi.org/10.3945/ajcn.114.103846.
4. Peet M1. Br J Psychiatry. 2004 May;184:404-8. International variations in the outcome of schizophrenia and the prevalence of depression in relation to national dietary practices: an ecological analysis.
5. McMartin SE1, Jacka FN, Colman I. Prev Med. 2013 Mar;56(3-4):225-30. doi: 10.1016/j.ypmed.2012.12.016. Epub 2013 Jan 4. The association between fruit and vegetable consumption and mental health disorders: evidence from five waves of a national survey of Canadians.
6. Bravo JA1, Forsythe P, Chew MV, Escaravage E, Savignac HM, Dinan TG, Bienenstock J, Cryan JF. Ingestion of Lactobacillus strain regulates emotional behavior and central GABA receptor expression in a mouse via the vagus nerve. Proc Natl Acad Sci U S A. 2011 Sep 20;108(38):16050-5. doi: 10.1073/pnas.1102999108. Epub 2011 Aug 29.