¿Por qué tenemos ansiedad por las harinas?
Es frecuente que una persona que tiene exceso de peso, sobre todo exceso de grasa corporal, tenga ataques de “ansiedad” por comer, sin embargo, personas que tienen peso adecuado, menos grasa corporal y más masa muscular, parecen pasar con mucha menor frecuencia por estos estados. ¿Por qué?
En el contexto de la vida cotidiana, eso nos parece natural, pues lo vemos pasar todo el tiempo, pero si lo vemos desde otra perspectiva, tal vez no resulte tan lógico. Que quiero decir? No sería más lógico que la persona que tiene más reservas de energía sintiera menos necesidad por comer, al fin y al cabo, tiene más energía almacenada que la persona más atlética, con más músculo y menos grasa. Sin embargo, a pesar de tener más reservas de energía, tiene más ansiedad por comer, y cada vez que come, tiene más ansiedad y acaba dándose atracones de comida.
¿TIENE QUE VER LA VOLUNTAD CON ESTOS ESTADOS?
Con frecuebcia se les acusa a las personas de no poder controlar lo que comen por falta de voluntad, pero esto es una verdad a medias. Es cierto que la voluntad y la organización son muy importantes para poder comer sano, pero en este caso la comida está ejerciendo un estímulo hormonal que genera un tipo de adicción, sobre todo por consumir carbohidratos y de manera especial harinas refinadas.
Esto sucede, principalmente por dos motivos, primero porque el cuerpo humano no está preparado para almacenar grandes cantidades de grasa corporal, cuando esto sucede, el exceso de grasa corporal produce cambios hormonales muy profundos y esos cambios hormonales, que incluyen la elevación de la insulina, glucosa, triglicéridos, etc, producen a su vez un incremento de la capacidad de nuestro cuerpo de producir más grasa, originando un círculo vicioso. Y segundo, el consumo de estos carbohidratos refinados como arroz, pan, fideos, entre otros, generan una dependencia a nivel del sistema nervioso, que hace que la persona quiera comer estos productos de manera incontrolada.
CUÁL ES LA MEJOR ESTRATEGIA
Una opción es reducir progresivamente el consumo de estos productos adictivos, pero normalmente esta estrategia fracasa, pues el hecho de seguir probándolos más temprano que tarde hará que la persona vuelva a consumirlos en mayores cantidades.
Una estrategia que tiene mejores resultados es indicar una dieta baja en carbohidratos y reemplazarlos por el consumo de proteínas y grasas naturales, además de incluir alimentos ricos en vitaminas, minerales, agua y fibra, de manera que se estará nutriendo de manera adecuada al cuerpo.
Estos esquemas funcionan mucho mejor cuando son a libre demanda, en otras palabras la persona debe comer hasta saciarse, Finalmente, es muy importante masticar bien los alimentos, alrededor de 20 a 25 veces cada bocado.