El hígado graso es una enfermedad silenciosa, pues no presenta síntomas evidentes, en ocasiones puede estar acompañada de malestar general, sensación de una ligera presión en la zona superior derecha del abdomen, fatiga o pesadez después de las comidas. Estos síntomas suelen pasar desapercibidos, lo que provoca que muchas veces no se diagnostique.
Se caracteriza por una acumulación excesiva de grasa en el hígado. Esta grasa, en la fase inicial del hígado graso, no altera de manera importante su función, por lo que se le puede considerar hasta cierto punto benigna. Sin embargo, a medida que se acumula más grasa, el daño puede comprometer funciones vitales del hígado, pudiendo llegar hasta la cirrosis, que significa la incapacidad del hígado de cumplir sus funciones, llegando a producir incluso hasta la muerte.
¿Cuál es el origen del hígado graso?
La grasa que se acumula en el hígado normalmente no proviene de la grasa que comemos, sino de la grasa que producimos! Y habitualmente se produce en nuestro propio hígado a partir de los carbohidratos que comemos.
Así es, cuando comemos exceso de carbohidratos, arroz, papa, fideo, trigo, harinas, azúcares, lácteos o incluso frutas, entre otros, estos alimentos y productos alimenticios, antes de ingresar a nuestro, son digeridos en la boca e intestino y son convertidos en azúcar: glucosa y fructosa, y de esa manera recién pueden ingresar a nuestra sangre.
Estos azúcares elevan su concentración en sangre, lo que obliga a nuestro cuerpo a procesarlos por dos diferentes vías, la glucosa a través de la acción de la insulina y la fructosa de manera directa, ambos se convierten con relativa facilidad en grasa (triglicéridos) y aumentan su concentración en sangre y en el hígado.
Este tipo de alimentación, muy común en nuestras sociedades occidentales, repetido día tras día, hace que luego de algunos años se origine el hígado graso, sin que la persona haya consumido necesariamente exceso de grasa en su alimentación.
LA CONFUSIÓN DE LOS SISTEMAS DE SALUD-ENFERMEDAD
Aquí está la “confusión” de los sistema de salud-enfermedad, que no entienden o no quieren entender cómo una persona que no consume mucha grasa en su alimentación puede tener exceso de grasa (triglicéridos) en la sangre y en el hígado, y solo atinan a indicar medicamentos, que apenas si actúan sobre las consecuencias y no sobre el origen del problema, la alimentación.
SUGERENCIAS
Si deseas derribar un árbol y solo cortas las ramas, nunca conseguirás tu objetivo, para derribarlo es necesario actuar sobre la raíz misma del problema. La raíz del hígado graso no está en la fabricación de un medicamento milagroso, con todos los costos y contra indicaciones que conlleva.
La raíz del problema está en la alimentación, que durante décadas nos han enseñado que es saludable y que en realidad en la mayoría de personas les ha originado una serie de enfermedades desde sobrepeso, hasta diabetes, pasando por hipertensión, hipotiroidismo, hígado graso y un largo etcétera.
La estrategia nutricional para solucionar este problema es muy simple y efectiva:
• Es necesario preferir los alimentos a los productos,
• Consumir alimentos de alto valor nutricional, ricos en proteínas, grasas, vitaminas, minerales, agua y fibra.
• Reducir el consumo de carbohidratos y eliminar el consumo de harinas, sobre todo refinadas.
• Hacer ejercicio físico regular, de preferencia entrenamiento intervalado o interválico.
• Dormir suficiente, alrededor de 6 a 8 horas y en horas de la noche.
• Suplementarse, cuando sea necesario, por ejemplo, con magnesio, vitamina D o selenio, entre otros.